Como señala el
Consejo Nacional de Acreditación (CNA), la educación es un instrumento
colectivo de la sociedad para mantenerse unida alrededor de los principios que
le dan identidad y coherencia a las acciones de los asociados (ideas de bien,
de justicia, de cooperación, saberes compartidos sobre la naturaleza y sobre el
mundo social, formas de relación y de reconocimiento). En este sentido, la evaluación de la calidad
correspondiente a la acreditación institucional se centra en el cumplimiento de
los objetivos de la educación superior que incluyen naturalmente, como
elementos universales, la formación integral, la creación, el desarrollo y la
transmisión del conocimiento y la contribución a la formación de profesionales
y consolidación de las comunidades académicas. Se centra, además, en el logro
de los postulados de las misiones y proyectos institucionales y en la
pertinencia social, cultural y pedagógica de esas misiones y proyectos
En
este sentido, como señala Valen (2004), la investigación sobre la calidad de la
educación y sus variables de acreditación, ha sido motivada en gran medida, por
el hecho de que el “valor añadido” de una institución al desarrollo de los
estudiantes varía entre ellas. Sin embargo, el acuerdo sobre su sentido es
unívoco: las universidades deben ser el
espacio plural donde los individuos se forman como sujetos con sentido y
responsabilidad social.
Para
Nosotros, la acreditación institucional es, además de un proceso voluntario que
cumplen las universidades que buscan ser reconocidas por su calidad, la
responsabilidad de gestionar procesos adecuados para mejorar, para que la
calidad se constituya en el elemento central de la pluralidad que respetamos y
buscamos en
la formación de profesionales éticos, competentes, críticos y creativos, que
asuman su compromiso con la sociedad con clara conciencia de respeto por los
seres humanos y sus derechos.
Estamos
convencidos de que los procesos de acreditación institucional y la orientación
hacia procesos de calidad, devienen de la necesidad de reformar la universidad
centrándonos en la legitimidad de la educación como
la base del proceso y del proyecto social alternativo. Deliberando construimos
la academia y reproducimos el núcleo esencial de nuestra naturaleza como
institución educativa.
Es claro que una universidad
de calidad es aquella que busca mejorar constantemente para satisfacer las
necesidades reales de la sociedad, ya que todos sus esfuerzos están centrados en la mejor manera de ofrecerle socialmente
lo que necesita. Todas sus actividades reflejan el interés institucional por
asumir el compromiso y establecer como objetivo responder a sus exigencias.
Por ello, el
proceso de acreditación institucional parte de conocer las necesidades, definir
fortalezas y diseñar e implementar proyectos que generen buenas prácticas
educativas, no solo desde el factor enseñanza aprendizaje, sino como una buena
práctica social, donde se mejora o modifican acciones o procesos en cumplimiento
de la misión y visión institucional, para utilizar mejor los recursos
disponibles, y además para mejorar los mecanismos de participación, vinculación
y construcción de la comunidad académica tadeísta que deseamos.
Por ello, pensamos
en procesos implementando una visión sistemática de las sociedades de hoy y de
mañana, desarrollando diagnósticos que parten de una realidad concreta sobre la
que hay que trabajar, determinando objetivos y diseñando indicadores de
mejoramiento.
En síntesis, el
proceso de acreditación institucional es el reflejo del compromiso
institucional por incorporar y fortalecer en la actividad cotidiana, conceptos y prácticas de una cultura de
calidad total, consolidando un proceso educativo que satisfaga las expectativas
de nuestra comunidad con una visión social, implementando procesos de
reingeniería interna donde la calidad se asuma como un compromiso por parte de quienes
construimos la institución. No se trata de formar clientes satisfechos, sino
sujetos sociales, líderes incorporados en los sistemas de decisiones institucionales.
Así su participación no sólo será decisional desde lo electoral.
La acreditación
institucional de alta calidad que buscamos alcanzar, es el reconocimiento, ante
la sociedad, de que estamos cumpliendo nuestra misión y de que avanzamos en el
rumbo correcto para hacer realidad nuestra visión.
Julián Andrés
Caicedo
Programa de
Ciencia Política y Gobierno
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